sexta-feira, 22 de outubro de 2010

El Jardinero por Mario Beer-Sheva

 



La luna llena, coronada por estrellas, iluminó el camino a la casa de mi amada. Estoy frente a su casa, rondando su calle, espiando su esquina. Con los ojos en las ventanas, rezando poder verla para soñar con ella.
¿Ella conoce mis sentimientos? ¡No, no conoce mis sentimientos!
¿Acaso conoce mi corazón? ¡No, no conoce mi corazón!
Ella no sabe que existo, mi amor es sincero, pero no existe. Mi amor es puro, pero para ella soy como una nube que se pierde entre las nubes.
¡Oh amada mía! Pasas a mi lado indiferente y coqueta. Conozco el perfume que dejas al pasar, conozco tus ojos que brillan de alegría, conozco tu pelo que el viento hace bailar, conozco tu cuerpo que despierta en mi la ironía de amarte tanto y no poder hacerte mía. Esta noche, nuevamente, rondaré tu casa, espiaré en tus ventanas, rezaré para verte, entraré en tu jardín y osadamente, cortaré las rosas, las más hermosas, ya que tú sabes que yo planté las rosas las cuidé, las podé, las regué.
¡Oh amada mía! ¡Tú sabes bien, que las rosas que hay en tu jardín son mías!


Mario Beer-Sheva

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